Siempre que se habla de cualidades nunca caeremos en lo políticamente incorrecto. ¿Puede ser la arrogancia una virtud? ¿Y la soberbia? Desde ya que la respuesta es simple: Vale mucho más ser amable, cálido y humilde (y mortal) que un arrogante dios del Olimpo. Nadie usaría estos calificativos como algo positivo.
Luxemburgo se despega de esa línea lógica. Es la chica del baile que no te da ni cinco de pelota. Y por eso te gusta más. No se les ocurra en este momento pensar que sólo me quedo con la capa superficial de las personas. Porque para mí (y para vos) esa chica (o chico) era perfecta, sin importar que usara ortodoncia. Luxemburgo es esa compañera de escuela a la que nunca pudiste invitar a bailar porque pensabas que te iba a decir que no.
Este país es mucho más arrogante que las grandes capitales y pienso fuertemente que esto ocurre, porque debe sobrevivir estando rodeado de potencias. Alemania, Francia y Bélgica son sus vecinos. Paris y su torre, sus croissants. Berlín, multicultural, tolerante y con cerveza fría. Bruselas, con plazas de ensueño y el chocolate que enamora hasta al turista más aburrido. Con que puede competir Luxemburgo si no es con su legado histórico, su fama de aguantar más de una invasión y sobre todo de tener la billetera llena de plata y tarjetas plateadas.
El primo menor de la familia, se presenta, dá su nombre y empieza a dar sopapos con el revés de un guante: ¨a ver si me dejan pasar… yo soy el Gran Ducado de Luxemburgo¨. En realidad es pequeño, con pocos habitantes pero tremendamente poderoso. Como la publicidad del secarropas.
Estuve cinco días que me bastaron para confirmar lo que les comentaba arriba. Esa soberbia tiene columnas dónde sostenerse. No es que es un 4 de copas con buenas redes sociales. Es uno de los 4 reyes. Por dónde camines vas a sentirte a gusto y si recorrés el interior del país todo va a parecerte perfecto. No vas a encontrar algo que desentone. Y llama la atención que los pueblos y ciudades (¿?) crecen cómo hongos haciéndose espacio entre los bosques.
Desde la capital hacia el norte y el sur se encuentran infinidad de poblados que aunque parezca mentira comparten mucho y a la vez nada. Porque esos pueblos que tienen una estructura similar tienen en frente a un país distinto. Y eso juega muchísimo en el carácter de la gente.
Es decir: si usted hace la pregunta ¨Me diría por favor donde hay un banco?¨ en los cuatro puntos cardinales, bien podría recibir respuestas distintas. En la frontera alemana te dirían los pasos exactos hasta la puerta del banco, en la frontera Belga te invitarían una cerveza mientras te explican todo, del lado Francés no te contestarían y en Luxemburgo te acompañarían y te abrirían una cuenta. Así de simple.
Terminando la introducción, porque el tiempo es dinero sobre todo en esta zona, les cuento como se divide el territorio, así entienden como lo visité. Existen 3 distritos principales y cada uno de ellos se fragmenta en 4 cantones. (no son municipios… son cantones) Son 12 cantones, con sus pueblos, villas y poblados. Yo elegí uno de cada uno de esos distritos para ver en que se diferenciaban entre si:
Cantón de Dieckirck: Pueblo de Clervaux – Cantón de Grevenmacher: Pueblo de Eterchnach – Cantón de Luxemburgo: Capital
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Luxemburgo: Capital que hace ruido. Ruido de monedas.
Al caminar por las estrechas calles, uno va sintiendo paso a paso cómo vive la realeza que sale en la revista Caras. Se nota en el aire el dulce aroma del dinero. Lo masticás. Cada calle es prolija, no hay un marco de puerta despintado y las flores de las macetas parecen de plástico. Y juro que uno se acerca a mirarlas y dice ¨son naturales¨
La ciudad se divide en dos por una cicatriz que cruza la capital separando en parte antigua y parte nueva de cada lado. Al vivir en la tercera dimensión, ademas separa la ciudad en arriba y abajo. Un lugar que además de los cuatro puntos cardinales, tenga una capa superficial y una profunda indefectiblemente debe ser atractiva. Porque en cada rincón se encuentra un ángulo distinto. Depende en dónde se ubique uno, la visual va a ser radicalmente distinta.
La parte antigua es soberbia. Solemne y aburrida te podrían decir. Nada de eso. Aunque debo ser sincero que no me imagino una calle de del casco antiguo con dos nenes jugando a la pelota. Desentonarían. La plaza de Armas parece el patio donde jugaba Cenicienta (una vez que se hizo princesa, no antes) El palacio Ducal es una versión miniatura del Palacio de Buckingam. La catedral de Notre Dame es otra vez el ejemplo exacto que no se debe envidiar lo ajeno.