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SICILIA: DE ESO NO SE HABLA. MENOS MAL.

La autopista que une Trapani con Palermo, en horas de la tarde y sobre todo en verano, se llena de autos con familias que regresan de las playas cercanas. Estos embotellamientos son parte del caos de la capital Siciliana. Una tarde de Agosto, me encontré envuelto en esa fila que iba a paso de hombre, cuando el chofer del bus que me llevaba junto a un grupo, me dice a modo de anécdota ¨bajo este lugar hace muchos años, pusieron la bomba que mato al juez Falcone¨ 

Pasado el escalofrio de estar en el lugar exacto de un atentado, se me vino la pregunta que haría cualquier visitante  ¨fue algo de la mafia?¨ y Lucca mi chofer asignado, sin mover los ojos de la carretera me dijo un solemne ¨de eso aqui no se habla¨. Continuamos avanzando en silencio mientras el sol se ponia sobre los cerros que rodean Palermo.
 
El resumen de Sicilia es así. No se habla de ello. Todo parece un secreto bien guardado. El escenario mismo de estas tierras, parece dispuesto a no darte un respiro en tu búsqueda de viajero. Nada está al alcance de tu mano. Para que una playa sea un paraíso debe estar bien escondida, si una ruina Griega merece ser visitada deberás caminar al sol y pincharte con cardos. Si un pueblo es de ensueño, debe estar refugiado entre altas paredes de piedra y sólo quien sea digno podrá disfrutarlo. Te sentis cómo un Indiana Jones con chomba de Tommy.  
 
La gente se cierra sobre sí misma, respeta el código del silencio. No me imagino a nadie explicandote una receta. En el mercado de Palermo se escuchan gritos de vendedores, pero cuando pasás por su puesto se hace un silencio que no dura nada, pero que te hace sentir incomodo. 
Debés superarte para entrar en ese mundo donde los secretos mejor guardados te están esperando. Debes camuflarte como un paisano nacido en las tierras de Erice para cuando entres a un bar no pidas una medialuna, sino un cannlolo. Y lo vas a lograr, si entendés que Sicilia te quiere sólo si sos autentico.
A los falsos, a los que le sonrien a la fuente de Catania pero por dentro piensan que está sucia, a esos que sólo están unos dias en Sicilia, nadie los recuerda y nadie los extraña.
 
Pasado ese tiempo donde todo te agobia y cuando dejás atrás lo que eras como viajero, cuando no sos más un visitantes y te transformás en un pedacito más de la isla, vas a empezar a no hablar de ello.
Porque no querés compartir este destino con nadie más que no se lo merezca.
Cuando el silencio vale oro. Y Sicilia es un tesoro.
 
La paradoja de Sicilia

Cometiendo el pecado de hablar de ello

A partir de ahora correré el riesgo de contar secretos que debería guardar para mi. Sicilia es de punta a punta un lugar para enamorarse. Tiene sus cosas feas. Es pobre, muchos dicen que decadente. La verdad es que uno se siente inseguro en algunos lugares. En otro se siente perdido. Si pensás que te están estafando es porque ya lo hicieron.

Y no es romantizar todo lo malo. Es entender que los códigos son sagrados. 

Fuí encontrando mi lugar mirando, respetando y sobre todo en silencio. Llegué así a conocer gente maravillosa y he ligado más abrazos que puteadas. Cosa que no es poco.

Tres viajes por la isla me fueron mostrando mucho de sus secretos y fui descubriendo otros que todavía hoy se me pierden en lagunas mentales. Porque es verdad que hay lugares que no se sí salieron de libros o fue donde realmente estuve. Se me mezcla una erupcion del Etna que fue real con un cuento apocaliptico. Creo estar en una pelicula de Coppola pero la realidad es que ese carnicero que desarma un cerdo en la calle del mercado de Ballaró es tan real como su indiferencia hacia mí. Todo, absolutamente todo es un estado entre el sueño y la vigilia, donde dormirte significa perderte el latido mismo de Italia.

Es la más grande de todas las islas del Mediterraneo y tiene otras tantas más pequeñas que orbitan como un satélite en un planeta del sistema solar. Las Eolias, Egadas y Pelagias parecen salidas de una novela griega. Bueno en realidad lo son.

Siracussa y Catania fundadas por los Griegos, Palermo por los fenicios. Taormina, Agrigento, Erice, Monreale. Dionisio el viejo, Dionisio el joven. Arquimides, Publio Cornelio Escipión, Carlos de Borbón, Napoleón. Guerras Punicas. Demasiada historia para tan poca tierra. 

Algo debe haber para que todos la quieran, pero que paradójicamente nadie la respete. Sobre todos los italianos. Es la expresión máxima de la discriminación social y que solo le importa a una parte de ambos involucrados.

Palermo

Es caótica, sucia, con barrios oscuros. Es señorial, verde y con avenidas anchas. Todo eso alternado. Callejuelas con balcones con ropa colgando. Balcones colgando como ropa entre callejones. No entiendo como existe la privacidad si literalmente un balcón está a escasos metro y medio del otro. Debe ser para poder pedirle facilmente aceite de oliva al vecino.

El contraste es abrumador. Caminás una calle y encontrás una fuente de Berni y a la esquina siguiente buscás desesperadamente una cara amigable donde sentirte seguro.

Creo que es mucho de la fantasía que decía antes, pero también tiene mucho de ciudad capital. Donde la policía te ayuda un día y al otro te pide un favor. Pero eso que te causa inquietud es lo que te atrae.

La vida social y política gira en torno a la plaza Giuseppe Verdi y su magnífico Teatro Massimo. No lo parece, pero es el tercer teatro mas grande de europa (y el primero en tamaño de Italia). Neoclásico con una fachada imponente y con unas escaleras que seguramente a los cinefilos les va a resultar familiar. Es donde Francis Ford Coppola cierra la trilogía del Padrino (se viene spoiler) con un Michael Corleone abrazando al cadaver de su hija y gritando al cielo. 

Dejando de lado la tragedia, aunque todo en sicilia gira sobre la tragedia y la comedia, las calles aledañas al teatro se llenan de turistas y de locales gastronómicos donde podés encontrarte a los politicos de turno comiendo un arancini. Obviamente no los vas a conocer, pero ahí hacen sus almuerzos entre sesiones y siempre algun ciudadano los manda a freir churros a viva voz. O Cannolis. 

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